SOLUCIÓN
Decidimos evitar la lágrima fácil para apostar por un concepto positivo y transformador: EL DERECHO A JUGAR.
Detrás de este concepto estaba la reivindicación de la infancia, la seguridad y la educación; pero también el derecho a la diversión y por qué no a los sueños.
Transformamos espacios urbanos en zonas de juego y nos aliamos con jóvenes de Madrid para conseguir un reto: lanzar un avión de papel por cada niño y niña refugiada.